Las velas aún ardían

Mario estaba contando las pesetas como todas las noches. De pronto la Policía entró a “La 33 Norte” en Santa Cruz de Tenerife (España). Había que allanar y revisar por una denuncia. Mario detuvo la cuenta de billetes y se tuvo que ir del bar cuando la noche no había terminado.

La redada policial terminó la noche de Mario bastante antes de lo habitual. El puesto de Mario era camarero en “La 33 Norte”. Pero fue haciendo de todo. Amable, divertido, charlatán… y el que cerraba la caja.

Aquella madrugada la Policía lo puso temprano en la calle. Llegando a casa vio a una pareja… chapando. A su paso la pareja le iba a quedar al costado. Cuando la tuvo a 2 metros se dio cuenta que ella era María, su chica.

María trabajaba en Galerías Preciados -una tienda al estilo El Corte Inglés o a nuestro Gath y Chaves-. Los horarios de María eran diurnos y los de Mario, nocturnos. Eso fue metiendo a la pareja en una rutina insoportable, taciturna. A María la despertó de esa vida el otro. Un delincuente que hasta se enamoró de ella.

Cuando Mario vio que María era apasionada (con otro) entendió que había que discutir. El otro era delincuente, Mario no ¿adivinen quién ganó esa pelea? Tres cuchillazos fueron el final de Mario. María la contó cambiada: “Sólo fui testigo de todo lo que pasó”. Igual que los medios de comunicación: “Unos drogadictos fueron los responsables de la muerte del tinerfeño”. Se ve que no había periodistas cerca.

La historia es como muchas: una pareja monótona, hastiada, descuidada… pero con 2 que aún tenían ganas. Y merecía ser bien contada… Mecano lo hizo.

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