-¿Usted llamó al 911?

-Sí

-¿Qué pasó?

-Si no te reís, te cuento…

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La inundación, la pedrada, la situación económica, el día a día… había postergado el encuentro en la cama de D y S.

Pero un día llegó.  Y se ve que ese deseo guardado por algunos días le dio paso a un torrente incontrolado que merecía ir acompañado. Tanto que la compañía del torrente se escuchó fuerte detrás del coloso comercial. En ese barrio de pretencioso nombre ligado a la naturaleza. Sí, justo la naturaleza que con otro torrente menos feliz ocurrido hace unos días en Bahía Blanca había postergado y cargado de estrés el encuentro.

El hombre, que según nuestro presidente es de los azules buenos, primero se sorprendió… y luego se rio.

-¿Me lo dice en serio señor? –le dijo al hombre del torrente desbocado.

-Sí. Lo que pasa que te llamé porque si iba hablar yo, seguro había quilombo.

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La señora, que hacía tiempo que no veía torrentes felices, quedó atónita cuando escuchó el timbre.  El de azul, el de los buenos… le hacía una pregunta insólita:

-¿Usted anduvo a los gritos porque sus vecinos tuvieron relaciones sexuales? –le dijo el policía conteniendo la risa.

-Eeehhh… es que… señor… no podemos dormir… dejan la ventana abierta y se escucha todo… no es que una no quiera que la gente tenga sexo pero ese sonido se mete en mi casa…

-Sí señora… pero usted no puede andar insultando a los vecinos por eso… Además, el vecino dice que la ventana estaba cerrada.

(A la mierda… si los escuché con la ventana baja, lo que debe ser) pero no se animó a decírselo al policía.

-Señora, no quiero volver por esto. Espero que el vecino no nos vuelva a llamar y que usted no se vuelva a meter en sus vidas.

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El bueno de azul se subió al patrullero. La risa le duraba. Me lo imagino contándolo en la Comisaría. Me lo imagino también a solas… con toda la historia en la cabeza… y en sus manos.