Nadie con más suerte que Tim

Timothy Dexter tenía todo en contra: analfabeto, engreído, pobre, feo… Estamos hablando de 1747 en los Estados Unidos, más precisamente en Massachusetts.

En ese año, Tim nació en una familia de los sectores mas vulnerados. A los 8 años lo sacaron de la escuela para que trajera un mango a casa. A los 16 ya tenía un trabajo estable en una curtiembre.

A los 21 dio su primer gran paso: se casó con Elizabeth Frothingham: milf, viuda y multimillonaria. Su idea era meterse en la clase alta estadounidense. Iba a ser su obsesión. Pero lo tomaron como a un nuevo rico… Ni cabida.

La maldad de estos hombres y mujeres de alcurnia los llevó a recomendarle a Tim que hiciera algunos negocios con el fin de que le salieran mal y perdiera la fortuna de Elizabeth. Para él, lo que dijeran los ricos norteamericanos era la palabra de los que tenían éxito en la vida. No dudo de las malas intenciones.

¿Guantes para el Caribe?

La moneda USA, que en ese momento se llamaba continental, estaba devaluada por la guerra de la Independencia frente a Inglaterra. Tim compró un montón de esta moneda devaluada y cuando EE.UU. gana la guerra esa versión norteamericana del “lanchon tickets” pasó a valer casi 1.000 veces más. Dexter se llenó de guita.

Y ahí empiezan una sucesión de recomendaciones de negocios que lejos de hacerle perder la fortuna, se la multiplican: calentadores de camas, gatos callejeros y guantes para el Caribe, carbón para Newcastle, biblias para las Indias, barbas de ballena para hacer corsés… todo le salía bien y le multiplicaba la fortuna.

Pero igual no era aceptado por la alta sociedad. Fingió su muerte… y tampoco.

Hasta que hizo lo más ridículo: escribió un libro casi siendo analfabeto. Se llamó “Un pepinillo para los que saben” o “La pura verdad con un vestido casero”. Cualquier cosa. No tenía signos de puntuación, las mayúsculas estaban en cualquier lado… pero de repente el libro empezó a andar. Hizo 8 ediciones y a los ricos les pareció gracioso. Lo había logrado: estaba en las bibliotecas de toda la elite estadounidense.

Pudo morir tranquilo el 23 de octubre de 1806: lord Timothy Dexter había conseguido lo que decía la propia estatua que mandó a construirse para ponerla en su casa… “Soy el primero desde el Este, el primero desde el Oeste y el mayor filósofo en el Mundo Occidental”.

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