Después de las perdices

Vivieron felices y comieron perdices… Minga.

La serie Máxima –sobre la reina argentina de los Países Bajos- termina minutos antes de la boda con Guillermo. Te cuenta todo lo que tuvo que atravesar la hija de Jorge Zorreguieta hasta dar el sí. Y como en los viejos cuentos, pareciera que su vida pasa de las penurias a la felicidad total por subirse a un altar. Minga.

Pero lo que hoy nos ocupa es lo que tuvo que pasar la Bella Durmiente hasta el beso mágico… y después del beso mágico. ¿Toda una vida para ese besito de cuánto, 10-15 segundos? Ya veremos.

Esta piba nació cruzada. Era hija de reyes que al parecer no podían tener hijos. Uno no sabe bien las fechas de los cuentos pero al parecer no eran tiempos de inseminación in vitro, alquiler de vientres o adopciones. Siguieron intentando los reyes, hasta que un día… la reina vio 2 rayitas en el Evatest (ponele).

En su inmensa alegría el rey se desbocó, mandó a buscar a las 7 hadas del Reino y les dio la orden de que cada una de ellas le regale un don a la niña que estaba por llegar. Belleza, ingenio, gracia, don del baile, don de encantar, habilidad para tocar instrumentos… cuando la séptima hada iba a dar su don…

-Che, qué onda… por qué a mí me dejan arafue… (parece que hablaba así)

Era la octava hada. Una señora mayor que había quedado abandonada en un cuarto de los más lejanos del castillo. La doña se enojó porque a las 7 hadas les habían regalado oro a cambio de los dones concedidos a la Bella Durmiente.

-Todos ustedes van a vivir con miedo. El día que esta nena se pinche con una aguja, se va a morir –maldijo el hada abandonada… y se piantó.

La séptima hada dijo: “Yo puedo cambiar un poco ese embrujo. En vez de morir, va a dormir 100 años. Mucho más no puedo hacer”.

Con eso y con un decreto del rey que prohibía el uso de agujas en todo el Reino, más o menos iban a zafar.

 

Para qué tocás…

Pero la Bella se hizo adolescente y como sabemos, los adolescentes no les dan mucha bola a los padres. Salió a caminar por el Reino hasta que llegó a lo de una costurera que vivía en medio de un bosque y que jamás se había enterado del decreto de las agujas. O se hacía la gila y manejaba el mercado negro de la costura. Poco importa eso ahora. Resulta que la Bella empezó a tocar la mesa de la costurera y sí… se pinchó el dedo la chambona. Cayó al suelo. Parecía muerta… no iba a dormir una siestita, iba a dormir 100 años.

La costurera salió a los gritos. Llegó hasta el castillo. El rey mandó a buscar a su hija y la llevó al cuarto que ya tenía listo por si la Bella se dormía algún día.

La séptima hada pensó: “Puedo hacer algo más por esta gente y por la Bella”. Durmió a todos los que estaban en el castillo por 100 años y lo ocultó haciendo nacer un bosque que rodeaba todo. Cuando la Bella despertara todo seguiría igual.

Un día, otra vez sin mucho detalle de fechas, un príncipe se metió en el bosque que ocultaba el castillo, espió por una ventana y vio a la Bella. Fue hasta la cama y la despertó con un beso. Se enamoraron, se casaron y comieron perdices.

Minga…

 

La ogra se morfaba todo

Son 2 las historias que se cuentan de lo que vino después.

Primera versión

Después del beso, el príncipe queda encantado con la Bella pero no se casan. Se va y promete volver. Antes tenía que arreglar un temita en su propio Reino.

Los padres del príncipe besador ya le tenían arreglada una boda con otra piba. El tema era cómo desilusionaba a sus padres. Parece que el príncipe era de dilatar las cosas. Tanto que se tomó unos años. Iba a ver a la Bella a escondidas. Y en esas idas y vueltas ya había tenido 2 hijos con la dormilona, que un día le puso los puntos.

-Papá, mamá… no me puedo casar con esta piba con la que arreglaron todo. En el Reino de al lado ya tengo hijos con otra mujer.

El padre no dijo nada, la madre lo aceptó a regañadientes. La Bella se mudó con los 2 pibes a lo de sus suegros. Y empezó una convivencia aceptable con la madre de su esposo.

Lo que nadie sabía es que la suegra era ogresa. Y qué hacen los ogros: comen niños. Un día que el príncipe y el rey se fueron a una campaña militar, la ogresa se da cuenta de que sus nietos eran comestibles (no, no había nacido Freud todavía).

Llama al mayordomo y le dice: “Fijate cuando mi nuera esté distraída y preparame a la nena con esas salsas que hacés vos”.

El mayordomo se apiada de la niña, la esconde en su casa -fuera del castillo- y la deja al cuidado de su mujer: “Cuidame a esta nena, después te explico”.

A la reina ogresa le sirve un cordero con esa salsa. La reina se traga el verso y queda satisfecha… pero cebada.

-Ahora preparame a mi nieto…

De nuevo el mayordomo la engaña. Pero la ogresa no paraba.

-Ahora preparame a mi nuera…

Ahí es cuando el mayordomo toma una decisión para frenar a su ama: le cuenta la verdad a la Bella.

-No se preocupe señora, los nenes están en mi casa. Pero ahora su suegra se la quiere lastrar a usted… Ya me hizo hasta preparar un caldero con agua hirviendo porque dice que usted no es tan tierna y hay que dejarla unas horas en el agua…

(…) –Pero qué carajo es todo esto –el príncipe había vuelto.

Le explican un poco, no entiende mucho pero incrimina a su madre:

-Mamá, ¿es cierto todo esto?

La madre no habló. Se tiró al caldero y murió mientras hervía.

 

Segunda versión

Dicen que el príncipe si llegó a casarse con la mujer que le habían seleccionado sus padres.

Esta esposa oficial se entera de la infidelidad del príncipe con la Bella y decide pegarle donde más duele: matar a los hijos que tenía con la dormilona.

Nuevamente aparece el mayordomo (que a esta altura ya es más que Superman) y salva a los chicos.

Sea como sea. La versión que conocemos todos o las otras 2 cierran con un final bastante feliz. Podemos quedarnos ahí o hacer un interminable día a día de estos planeros de castillo. Pero parece que de eso ya se ocupa la revista Hola con gente más especializada.

 

 

 

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